Poemario

Poemas escritos por Ida a lo largo de su vida

La princesa mora

Estaba la poesía fluyendo como un vino,

como la sangre tibia que brota de una herida

sin que ninguna mano contuviese su influjo

hasta llenar las cuencas íntimas de la vida.

¿De dónde provenía su fuerza inquebrantable,

su poder y su savia, su color y su aroma,

y los maravillosos matices aurorales

que volcaban fulgores sobre la noche larga?

¿De qué mundo venía, quién la vistió de galas,

quién puso una guirnalda sobre su frente blanca

y tiñó sus mejillas con zumo de claveles

y obscureció las grutas violetas de sus ojos?

¿Quién puso entre sus labios el aroma de un beso

y derramó la noche sobre sus negras trenzas,

quién en vez de sandalias la calzó con luceros

y puso entre sus manos el cetro del ingenio?

Decidme, soñadores, decidme nautas tristes,

¿la conocéis acaso? Caminó a vuestro lado,

nutrió vuestras canciones, tejió para vosotros

bellísimas guirnaldas con luces de la aurora.

¿Quién le quitó sus galas y la vistió de harapos?

¿Quién robó de sus ojos el fulgor de la llama?

¿Quién puso entre sus labios un léxico barato

e imágenes confusas que el viento desparrama?

¿Quién le rompió su cetro, su guirnalda de flores

y enturbió la pureza de su fontana clara?

¿Quién cubrió con un manto de nítidos fulgores

y encegueció sus ojos y le cortó las alas?

Decidme, soñadores, decidme, nautas tristes,

¿quién desterró del mundo a la princesa mora?

Los lirios de los bosques suspiran en sus tallos,

las flores y las aves la buscan y la lloran.

La desterrada canta en su prisión remota,

mas sobre el mundo en sombras no flota su estandarte,

y sangra su lirismo como una arteria rota,

soñando inútilmente, ¡eternizar el arte!