Mi pluma es una azada.
Hace tiempo
que voy carpiendo
y apartando malezas.
Mi pluma tiene boca
y grita en el desierto
su dolor sin remedio.
Es una dura lanza,
pelea con la sombra,
el silencio y la angustia.
Mi pluma es una antorcha
que llamea en la noche
y sus lenguas azules
se alimentan de lágrimas,
de soledad marinera
y estrangulados gritos.
Mi canto va desnudo,
sin ritmo y sin sonido,
sin rencor y sin nido
como un pájaro herido.
Viene aullando en la noche
sobre el flanco
del viento,
y se posa en el broche
de un azul sentimiento.
Parece una piqueta
que se clava en la sombra,
y llora y se retuerce
pero a nadie le asombra.